La excursión comenzaba el miércoles con la mirada puesta en el cielo y las nubes, que finalmente acabaría respetando. Una vez llegamos, sin que al final ninguna de las amenazas de mareo en el autobús se hiciese efectiva, elegimos nuestros compañeros y distribuimos las habitaciones. Algunos les tocaban bungalós (para muchos “bengalós”) y a otros las habitaciones del edificio. Nos dieron un tiempo para decorar un cartel y así darles un toque personal a nuestros espacio.
A partir de ahí empezaron los juegos en la carpa hasta la hora de la comida. El menú, unas ricas lentejas y albóndigas con patatas de segundo, y de postre, fruta. Para bajar la comida nos dejaron unos juegos libres (palas, ajedrez, baile, columpios…) y finalmente fuimos a la playa. Allí jugamos a diferentes juegos, y los que quisieron se metieron en el agua para la actividad de bodyboard. También quisimos aprovechar para retirar algunos residuos plásticos que nos encontrábamos por la arena, y así dar ejemplo de la defensa que hacemos en el cole por el medio ambiente.
Al volver al camping, y después de una ducha para quitarnos las arenas y el fresquito de la playa, cenamos para coger fuerzas y disfrutamos de los juegos por equipos que nos tenían preparados los monitores. Con todo esto, cuando llegó la hora de ir para cama casi no nos quedaban energías y las luces se fueron apagando poco a poco.
Por la mañana nos levantamos muy temprano para ir recogiendo la habitación y las mochilas, y fuimos a desayunar. Por la mañana llegarían las actividades que muchos estaban esperando, camas elásticas, rocódromo, tirolina… Tras todo esto, comimos y jugamos hasta que llegó el autobús, y con eso poníamos fin a una experiencia que recordaremos toda la vida.
Aquí dejamos un vídeo con algunos de esos grandes momentos